¿El perro te prefiere a ti o a tu vecino?

El Departamento de Etología de la Universidad de Eötvös Loránd de Hungría sigue con su prolífica producción científica en torno a la cognición y comportamiento del perro. El último de sus estudios publicado en enero de 2015: «Dogs and their human companions: The effect of familiarity on dog–human interactions» en la revista Behavioural Processes tiene especial interés para aquellas personas que nos dedicamos al entrenamiento del perro ya que, uno de los objetivos de este estudio era conocer la respuesta del perro en diferentes situaciones sociales y si esta difería en función de si quien lo acompañaba era: su propietario, una persona familiar o un desconocido. Algunas de estas situaciones fueron referidas al entrenamiento en obediencia: sentarse, tumbarse o acudir a la llamada; otras a situaciones cotidianas como permanecer frente a la puerta esperando a la persona que había tras ella, jugar o acariciar. También se añadieron situaciones de alejamiento de la persona durante el paseo o de manipulación. Hay que decir que en la discusión de este artículo se reconocen algunas carencias como la falta de una muestra más amplia, la dificultad de evitar sesgos en el diseño de las situaciones y contextos y cómo después de iniciadas las pruebas, especialmente la de juego, la persona desconocida puede ser reconocida posteriormente como familiar.

¿Y qué han determinado los científicos? Del estudio se desprende que, en general, el perro tiende a realizar con mayor tasa de éxito y de manera más rápida todas las tareas que requieren una relación más íntima con el perro como es permanecer esperando frente a una puerta en la que está la persona, jugar o huir cuando hay un estímulo que puede generar miedo. Sin embargo, no es significativa la diferencia en cuestiones que implican obediencia, aunque sigue siendo el propietario la persona a la que más caso hace y con mayor rapidez. Esta diferencia es mayor (en favor del propietario) cuando la obediencia implicaba la manipulación por parte de la persona, lo que nos hace pensar en una sensibilidad mayor del animal hacia este tipo de entrenamientos más inductivos.

En resumen, el perro muestra un comportamiento diferencial hacia su dueño, aunque existe dependencia del contexto. Cuando las situaciones plantean un alejamiento de la persona, el perro prefiere claramente a su dueño antes que a la persona desconocida o a la familiar, esto nos hace pensar que estas dos categorías no pueden asumir el rol social del propietario y refuerza la idea de que el perro genera una relación de apego con su dueño; lo que nos indica que, aunque nuestro vecino sea interesante, nosotros somos más importantes para nuestros perros y que, la base de cualquier entrenamiento debe tener en cuenta el vínculo que, inevitablemente, se crea entre las personas y los perros. Aprovechar esta circunstancia merece la pena.

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