
Homenaje a un maestro, a mi maestro
En contadas ocasiones tenemos la oportunidad de tropezarnos en la vida con personas extraordinarias. Yo tuve esa suerte hace unos años cuando conocí a Juan Félix Martínez Bermejo. Una persona a la que nos ha tocado despedir prematuramente en el día de ayer. Para aquellos que no conozcáis a Juan, fue maestro de muchos de nosotros en esto del perro y, en mi caso, también AMIGO y COMPAÑERO. Escribo en mayúsculas porque así fue él, una persona grande, con una sensibilidad extrema y un carácter especial que lo transmitía a su amor por los perros y, por supuesto a su trabajo. Si el perro es el mejor amigo del ser humano, Juan Félix seguramente sería el mejor amigo de los perros.
Muchos debemos a Juan parte de nuestra carrera profesional. En mi caso, fue él quien me abrió la puerta de EDUCAN y me animó a formar parte de ese proyecto en el cual él creía y confiaba profundamente. Muchos fueron sus consejos y sus palabras de ánimo. Luego vino el poder compartir aprendizaje y docencia con la Terapia Asistida por Perros, compartir prácticas de grupo, cenas y desayunos, largas conversaciones, intercambio de opiniones, muchas risas y, sobre todo, disfrutar de una calidad humana difícilmente alcanzable por muchos de nosotros. Cuando Juan hablaba a sus alumnos se hacía el silencio y, al terminar las clases, siempre tenía a varias personas que querían seguir hablando sobre lo que había enseñado. Aprendí mucho de él, pero la memoria y el recuerdo de Juan Félix, más allá de mi propia experiencia; creo que es de todos aquellos que lo estimábamos y queríamos, como también lo es de tantas y tantas personas a las que enseñó un oficio y una manera de trabajar.
Juan se ha ido antes de tiempo. Se ha marchado una persona que era buena, de profundas convicciones y de una inteligencia admirable. Ayer supe que se marchó de este mundo satisfecho, habiendo vivido como quería y trabajando en lo que más amaba. Su legado es grande y compartido. Aquellos que aprendimos de él, mantenemos expresiones, decimos ejemplos, cogemos la correa como Juan… así pues, aunque él ya no esté entre nosotros, su memoria y su trabajo seguirán muy presentes. Ésta es la mejor manera que he encontrado de rendir mi pequeño homenaje a mi maestro, al maestro de muchos. Solo me queda darle las gracias por todo lo que dejó en este mundo, que es mucho, todo aquello que seguirá perviviendo en la memoria de quienes tuvimos la gran suerte de poder compartir momentos junto a él. Ha sido un golpe duro, sin embargo, toca seguir hacia delante. Hoy mismo, una compañera del mundo del perro (ella sabe quién es) me escribía: «A veces la vida nos depara cosas tristes o sucesos que marcan y hacen heridas, pero recuerda que siempre vuelve a besarnos y, a veces, incluso en la boca»
Que la tierra te sea leve, compañero.
Una noticia muy triste e inesperada que te hace pensar (y mucho) en tu lugar en el mundo. Hacía tiempo que no hablaba con él y creía que estaba recuperado (todo apuntaba a eso, la verdad). A pesar de que mi trabajo no me llevó nunca a implicarme a fondo en esto del adiestramiento, tuve la oportunidad de verlo trabajar en el curso y fuera de él, y muchas son las cosas que aprendí viéndolo y escuchándolo.
Ahora es cuando recuerdas todos los proyectos que hablamos de poner en marcha y que se han quedado en el tintero por falta de tiempo. En esta vida siempre vamos tarde.
Gracias por escribir esta entrada, creo que dices muchas cosas que merecen ser leídas. Mucha fuerza a todos los que lo conocieron y que, seguro, lo extrañarán (extrañaremos).
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Amen, nos ayudó a todos, en lo que pudo, gracias por esas palabras y gracias por habernos enseñado Juan Felix. Amigo, Compañero y Maestro.